Sobre la información
La información es algo demasiado serio como para dejarla en manos de periodistas. Esta frase no es mía pero no puede ser más certera. No creo que exista prensa que desinforme más que la española. Ni más prejuiciosa. Ni más vanidosa. Ni más inquisitorial. Ni con más complejo de watergate ni más conciencia de dossierismo -con perdón- y de ser peón en la partida del dinero y el poder.
Dos ciudadanos que leyeran regularmente durante tres años, pongamos, uno El Periódico y otro La Razón, acabarían por pertenecer a sociedades distintas y estancas. Y eso se acaba por notar. Después de uno de esos grandes debates parlamentarios el primero titulará: A. arrinconó a B.; y el segundo: B. arrincónó a A. Y no pasa nada. Una semana después el primero publicará una encuesta en la que aparezcan un 75% de ciudadanos que efectivamente ratifiquen que A. arrinconó a B.; en la encuesta del segundo un 75% de ciudadanos convendrá que B. arrinconó a A. Y no pasa nada. Antes de las elecciones la encuesta del primero dará claro vencedor al partido de A. La del segundo, incluso por mayor diferencia, dará el triunfo al partido de B. Y no pasa nada.
El día siguiente a una huelga general uno tituló Nulo seguimiento. El segundo El país se para. El acto central de la huelga fue una manifestación que convocó a 500.000 personas según uno y 75.000 según otro. Cambiado el gobierno y después de una nueva huelga general con, digamos, el mismo exacto seguimiento -el que fuera- las portadas se intercambian. Quien dijo que el país se había parado titulará 'nulo seguimiento' y el que tituló ésto informará de que 'el país se para'. ¿Pero esto hasta cuándo?
Siempre desde luego con juicios de catedráticos, juristas, historiadores, sociólogos, economistas y otros especialistas. Que por supuesto han antepuesto su prejuicio a su conocimiento y que convenientemente le han dado la forma justa que lo adapta a la consigna que toque.
Esó sí: ambos tienen manual de estilo, código ético e incluso para sus trabajadores hay una titulación universitaria -de aquí debe vernir el mal-.
Afortunadamente los estudios siguen diciendo que se lee poca prensa. Imagínense si todos leyeramos el periódico. No habría convivencia.
Dos ciudadanos que leyeran regularmente durante tres años, pongamos, uno El Periódico y otro La Razón, acabarían por pertenecer a sociedades distintas y estancas. Y eso se acaba por notar. Después de uno de esos grandes debates parlamentarios el primero titulará: A. arrinconó a B.; y el segundo: B. arrincónó a A. Y no pasa nada. Una semana después el primero publicará una encuesta en la que aparezcan un 75% de ciudadanos que efectivamente ratifiquen que A. arrinconó a B.; en la encuesta del segundo un 75% de ciudadanos convendrá que B. arrinconó a A. Y no pasa nada. Antes de las elecciones la encuesta del primero dará claro vencedor al partido de A. La del segundo, incluso por mayor diferencia, dará el triunfo al partido de B. Y no pasa nada.
El día siguiente a una huelga general uno tituló Nulo seguimiento. El segundo El país se para. El acto central de la huelga fue una manifestación que convocó a 500.000 personas según uno y 75.000 según otro. Cambiado el gobierno y después de una nueva huelga general con, digamos, el mismo exacto seguimiento -el que fuera- las portadas se intercambian. Quien dijo que el país se había parado titulará 'nulo seguimiento' y el que tituló ésto informará de que 'el país se para'. ¿Pero esto hasta cuándo?
Siempre desde luego con juicios de catedráticos, juristas, historiadores, sociólogos, economistas y otros especialistas. Que por supuesto han antepuesto su prejuicio a su conocimiento y que convenientemente le han dado la forma justa que lo adapta a la consigna que toque.
Esó sí: ambos tienen manual de estilo, código ético e incluso para sus trabajadores hay una titulación universitaria -de aquí debe vernir el mal-.
Afortunadamente los estudios siguen diciendo que se lee poca prensa. Imagínense si todos leyeramos el periódico. No habría convivencia.
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