Estampa de Noia
Cierto amigo me llama para relatarme una escena que presenció junto a la alameda de Noia no hace mucho. Mi amigo pasaba por el lugar y llamó su atención un grupo de personas, entre las que contaba dos conocidos, que, al término de una manifestación, pedía en voz alta la dimisión del Alcalde, incluso con ayuda de un megáfono.
Vaya cosa me cuentas, le dije. Pedir la dimisión de un cargo es tan cotidiano como las lluvias de abril. No es eso, me respondió. Lo curioso, lo que llevó a mi amigo a quedarse disimulado entre el grupo, es que el Alcalde en cuestión estaba allí, a pocos metros, cruzando la mirada con la de aquellos vecinos. ¿Y qué hacía? -le interrogué-, ¿hablaba con ellos? ¿se interesó por su problema? ¿les propuso una reunión? No hacía nada –me dice-, si acaso gestos de cierta autosuficiencia mientras hablaba por el móvil.
Uno de los concentrados se destacó sobre los otros y le dijo al Alcalde que se avergonzaba de que el partido en el que su padre militaba cuando eso era delito tuviese cargos como él y otra le espetó que no era merecedor de ser Alcalde de aquella villa.
Qué corrección en el cabreo –es lo único que se me ocurre-, ¿para contarme esto me has llamado? Verás, el caso es que se presentó un Policía Local y el Alcalce le dice: me identifica al ‘pelao’ de allí atrás y a la del megáfono. Como lo oyes. Venga ya -me río-, esto lo has visto en el capítulo de ayer de los Alcántara. Como mi amigo insistía no tuve más remedio que creerle, y cuando ya me despedía, con deseo de buenas fiestas incluido, me informó que el motivo de su llamada era pedirme que defendiese a sus dos conocidos de aquel grupo.
¿Defenderles de qué? –me extraño-. Para mi estupor, mi amigo me cuenta que al pelao, a la del megáfono, al que le acusó de deshonrar la memoria política de su padre, a la que le dijo que no merecía la alcaldía y a sus dos conocidos el Alcalde los denunció por aquello y van a ser juzgados en pocos días ¿Será que le empujaron? –le pregunto-. El que más cerca estuvo de él debió quedarse a diez metros. Entonces sólo puede ser una inocentada -atajo rotundo-. Que miren bien las citaciones que seguro que están manipuladas. Estas bromas no son raras.
Le digo a mi amigo que estoy seguro, que los gobernantes democráticos están expuestos diariamente al juicio crítico de sus representados, y que desde la abolición del Tribunal de Orden Público y la entrada en vigor de la Constitución, en España una denuncia así tiene el mismo recorrido que una querella contra el sol por salir por Antequera. Días después me trajo la citación de sus conocidos para ser juzgados el 19 de diciembre. Vaya si es auténtica.
P.D. Lo que antecede es puramente real. Cualquier parecido con un guión de Berlanga o una historieta de El jueves es simple coincidencia.